Palabras de la Secretaria General de la OSPAAAL en el acto del 34 aniversario del encarcelamiento de Oscar López Rivera, prisionero político portoriqueño, celebrado en la Misión de Puerto Rico en Cuba, 29 de mayo de 2015


Privar de la libertad a un patriota que lucha contra el colonialismo --lucha que constituye un derecho reconocido por la legalidad internacional a todos los pueblos y territorios coloniales-- es un grave delito. Batallar con firmeza y persistencia hasta conquistar la independencia nacional de un pueblo no lo es, no puede aceptarse que se le califique como un delito.

Paradójicamente, el héroe independentista a quien ampara un derecho inalienable, nuestro hermano Oscar López Rivera, permanece privado de libertad en una cárcel estadounidense desde hace 34 años. Mientras, quien comete el delito, el victimario de la independencia conculcada a Puerto Rico y del secuestro de la libertad de Oscar, impone su delincuente y criminal política sobre la base de la desigual superioridad de su poderío y del inmoral uso de la fuerza.

Por eso, para quienes militamos en las filas de la solidaridad tricontinental, conquistar la libertad de Oscar es derrotar una colosal injusticia y también una batalla de dimensión universal en rechazo a la criminalización de la lucha por la independencia nacional.

Convicto por supuesta sedición desde el año 1981, Oscar nunca fue acusado ni hallado culpable de causar daño o muerte a persona alguna. Ha cumplido 72 años de edad y purga una condena superior a todos sus años de vida. Paga un castigo adicional, el ensañamiento de la metrópoli imperial por haber rechazado el indulto condicionado que el presidente Bill Clinton extendió en 1999 a once prisioneros políticos puertorriqueños, actitud que asumió en gesto de coraje y solidaridad hacia dos de sus compañeros excluidos de esa indulgencia, quienes ya están fuera de la cárcel.

Noble e indómito, nadie fue más libre que Oscar en la firmeza de sus convicciones y certezas en 1999. Digno e invencible, el prisionero político más antiguo del mundo, con 13 años en confinamiento en solitario, es el puertorriqueño símbolo que disfruta de la mayor admiración y acompañamiento internacional. La sensibilidad y la verdad vencieron al aislamiento y la injusticia.

Alienta la dimensión que ha ido cobrando la campaña por su excarcelación. El justo clamor por su libertad ha congregado a autoridades, partidos y sectores sociales de todos los signos políticos en Puerto Rico; a la comunidad borinquen en los Estados Unidos y a un ascendente número de activistas norteamericanos; e incorpora de forma creciente a otros muchos pueblos hermanos, gobiernos y personalidades del mundo.

En cumplimiento del compromiso adoptado en la Declaración Final de la Cumbre de los Pueblos, que sesionó de forma paralela a la VII Cumbre de las Américas en Panamá el pasado mes de abril, hasta esta mañana hemos identificado que en más de 10 países de Nuestra América --incluido el país sede de dichos eventos-- están realizándose hoy acciones simultáneas.

Pero ninguno de nuestros empeños es suficiente. Tan vergonzante, ilegal e inmoral resulta la existencia en pleno Siglo XXI de países y territorios coloniales, como la permanencia de patriotas encarcelados por denunciar y combatir el colonialismo.

Como a Nelson Mandela durante su primera visita a Cuba, se acerca el día en el que la OSPAAAL tendrá el honor inmenso de colocar en el pecho de Oscar López Rivera la Orden de la Solidaridad El Mehdi Ben Barka, que nuestro Secretariado Ejecutivo internacional le otorgó en septiembre de 2013.

Aunque desde el 17 de diciembre de 2014 disfrutamos la alegría inmensa de tener en Cuba a nuestros hermanos, a nuestros Héroes Gerardo, Ramón, Tony, René y Fernando;

Oscar sigue siendo nuestro, Oscar volverá!





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