Conferencia de prensa ofrecida por Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, desde Viena, Austria, el 19 de junio de 2017, “Año 59 de la Revolución”.


Moderador.- Bienvenidos a esta conferencia de prensa que ha sido convocada por el ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Excelentísimo Señor Bruno Rodríguez Parilla. El Ministro a continuación ofrecerá una declaración en los idiomas español e inglés; posteriormente aceptará algunas preguntas.

Queremos informar que esta conferencia cuenta con servicios de interpretación al inglés. Dicho esto, Ministro, tiene usted la palabra.

Bruno Rodríguez.– Muchas gracias.
Deseo expresar condolencias al pueblo y al gobierno de Portugal, por el desastre que ha costado decenas de vidas humanas; también al gobierno y al pueblo del Reino Unido, por los acontecimientos recientes en Londres. Expreso nuestras sentidas condolencias al pueblo y al gobierno de Colombia, en relación con el atentado terrorista que ha provocado pérdidas de vidas.
El pasado 16 de junio, el presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció en Miami la política que su gobierno ha decidido aplicar en relación con Cuba. El gobierno cubano emitió, por su parte, una declaración oficial. También las organizaciones de la sociedad civil cubana han hecho pronunciamientos.
El Presidente de Estados Unidos aprobó, entre otras, las siguientes medidas: la prohibición de las relaciones económicas, comerciales y financieras de las compañías estadounidenses con compañías cubanas relacionadas con el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior; la prohibición de los viajes individuales de los ciudadanos estadounidenses en la categoría de intercambios “pueblo a pueblo” y una mayor vigilancia sobre el resto de los viajeros.
También la revisión de todos los programas subversivos contra el orden constitucional en Cuba, supuestamente para asegurar su efectividad.
Asimismo, la derogación de la Directiva Presidencial emitida por el presidente Barack Obama en octubre del 2016 que, siendo profundamente injerencista, destinada a alterar el orden constitucional de la República de Cuba, sin embargo reconocía la independencia, la soberanía y la autodeterminación de nuestro país; al gobierno revolucionario cubano como un interlocutor legítimo e igual, y también proponía una relación civilizada destinada a beneficiar a ambos pueblos.
Aquella Directiva, ahora derogada, también declaraba al bloqueo como una política fracasada, que no había funcionado, que no había cumplido sus objetivos y que debía ser eliminada.
Todo esto fue anunciado en el teatro llamado Manuel Artime quien fue el jefe civil de la brigada mercenaria que invadió a nuestro país en Playa Girón o Bahía de Cochinos. Fue en un grotesco espectáculo, salido de la Guerra Fría, ante un reducido auditorio, compuesto por viejos esbirros y ladrones de la dictadura de Batista, mercenarios de la brigada de Playa Girón, terroristas, politiqueros y “vividores”.
El presidente Trump saludó por su nombre a algunos, se rodeó de otros en el momento de la firma o los tuvo a su lado. Entre ellos, a un terrorista detenido en 1995 en California, con un arsenal de armas para realizar actos violentos, que estuvo involucrado en un atentado contra el presidente Fidel Castro Ruz en 1997; otro fue parte de una infiltración armada a Cuba en 1974; un tercero fue el autor de acciones terroristas y ataques piratas en el mar contra pescadores cubanos, entre 1972 y 1975.
También estuvo la esposa de un sargento torturador de la dictadura de Batista, designado como uno de los que financió la cadena de bombas contra objetivos turísticos en Cuba, que explotaron en 1997, precisamente en el periódico The New York Times, por el conocido terrorista Posada Carriles, en una entrevista. Posada Carriles fue el autor, como se conoce, de la explosión en pleno vuelo de un avión civil de Cubana de Aviación en 1976, el primer acto terrorista contra una aeronave en vuelo.
Varios de estos personajes trabajaron en su momento para la CIA norteamericana.
Protesto enérgicamente ante el gobierno de Estados Unidos por este escarnio y lo emplazo a confirmar o a desmentir si estos terroristas que he mencionado estuvieron al lado o no del presidente Trump. Es un escarnio al pueblo cubano, al mundo y a las víctimas del terrorismo internacional en todas las latitudes.
Cuando el Presidente de Estados Unidos en ese show aludió al padre del desafinado violinista que interpretó el himno de Estados Unidos, omitió decir que el capitán Bonifacio Haza, mencionado reiteradamente por el presidente de Estados Unidos, asesinó directamente a los jóvenes Carlos Díaz y Orlando Carvajal durante los finales de la dictadura de Batista y participó personalmente en el asesinato del conocido luchador revolucionario Frank País, también de su compañero Raúl Pujol, y, en otro momento, del hermano menor de Frank País de solo 19 años. Es una ofensa que nuestro pueblo no podrá olvidar.
Completaron el público, de relleno, algunos agentes extranjeros que, dentro de Cuba, son pagados por agencias del gobierno de Estados Unidos. Son los nuevos mercenarios.
Fue indignante ver a ese público anexionista y plattista responder a cada frase contra Cuba, coreando “USA., USA”.
Sin dudas, la política del presidente Trump marca un retroceso en las relaciones bilaterales. Así lo reconocen innumerables voces dentro y fuera de los Estados Unidos, que mayoritariamente están expresando un rotundo rechazo a los cambios anunciados.
Anticipo que dichas medidas afectarán las relaciones del gobierno de Estados Unidos con la América Latina y el Caribe y dañarán gravemente la credibilidad de su política exterior.
Estas medidas impopulares, francamente impopulares, ignoran el apoyo mayoritario al levantamiento del bloqueo y a la normalización de relaciones con Cuba por parte de miembros del Congreso norteamericano, muchos de ellos republicanos; del sector empresarial, de las organizaciones diversas de la sociedad civil norteamericana, de la emigración cubana, la prensa, las redes sociales, y, en general, la opinión pública.
El presidente Trump, nuevamente mal asesorado, que había perdido el voto de los cubanos en los condados de mayor concentración de residentes cubanos durante la elección presidencial en la Florida, que perdió el voto cubano en la Florida, toma decisiones que solo favorecen intereses mezquinos de una envejecida y extremista minoría de origen cubano y de un puñado de políticos.
Cualquier análisis mesurado lleva a anticipar que, como en el pasado, las medidas anunciadas no cumplirán los objetivos que se proclaman, sino lo contrario: restringirán las libertades de los ciudadanos estadounidenses, costarán más dinero a los contribuyentes, reducirán las oportunidades de sus compañías y empresarios frente a su competencia, perderán ingresos y empleos.
Es necesario esperar a que el gobierno de Estados Unidos dé a conocer las regulaciones que instrumenten esas medidas antes de opinar sobre su alcance y profundidad.
Dichas medidas desconocen también la opinión abrumadoramente mayoritaria del pueblo cubano que desea tener una mejor relación con el pueblo estadounidense, provocarán daños humanos y privaciones, afectarán a las familias cubanas. Traerán daños económicos no solo a las empresas estatales en Cuba, sino también a las cooperativas y dañarán especialmente a los trabajadores por cuenta propia o privados. Harán daño también y aumentarán la discriminación contra la emigración cubana asentada en Estados Unidos.
Parece infantil la predicción de que con esta política podrían separar al pueblo del gobierno o a los ciudadanos de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, que son el pueblo uniformado. Al contrario, estas medidas refuerzan nuestro patriotismo, nuestra dignidad, nuestra decisión de defender por todos los medios la independencia nacional en el espíritu de José Martí, Antonio Maceo y Fidel Castro Ruz.
Cuba rechaza enérgicamente las nuevas medidas que endurecen el bloqueo, lo que denunciaremos en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas, porque es injusto, inhumano, genocida, extraterritorial y violatorio del Derecho Internacional y la soberanía de todos los Estados.
Rechazo rotundamente la manipulación política y el doble rasero en el tratamiento de los derechos humanos por parte del presidente Trump. El gobierno de Estados Unidos no tiene autoridad moral, no puede dar lecciones sobre derechos humanos ni sobre democracia. Cuba tiene mucho que mostrar y opinar al respecto.
Las nuevas medidas no son en nada democráticas. Según recientes encuestas norteamericanas, el 73% de los estadounidenses apoya el levantamiento del bloqueo, el 63% de los cubanos residentes y el 62% de los propios republicanos —curioso: el 62% de los propios republicanos. Favorecen la normalización de los vínculos bilaterales el 75%, tres cuartos de los norteamericanos; el 69% de los cubanos residentes y el 62% de los republicanos.
Entre los cubanos en Estados Unidos, mientras más jóvenes, más apoyo al levantamiento del bloqueo y a la normalización.
Sin embargo, las nuevas medidas refuerzan la prohibición de viajar como turistas a Cuba a los norteamericanos y restringen sus libertades civiles, cercenan la libertad de viajar de los norteamericanos.
En materia de derechos humanos, en Estados Unidos son numerosos y sistemáticos los asesinatos, brutalidad y abusos por parte de policías, en particular contra afrodescendientes. Son conocidas las restricciones al derecho a la salud, la desigualdad salarial contra las mujeres, la falta de cobertura de educación, la casi ausencia de sindicalización, la represión contra inmigrantes y refugiados, la marginación de las minorías y la creciente discriminación de la cultura y la religión islámicas.
Son frecuentes los crímenes de guerra y los asesinatos de civiles en las agresiones e intervenciones militares estadounidenses. Son brutales la prisión, sin sentencia de tribunales, y los hechos masivos y sistemáticos de tortura cometidos en la Base Naval de Guantánamo.
Reitero la voluntad de Cuba de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo y de negociar los asuntos bilaterales pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el absoluto respeto a nuestra independencia y soberanía.
Como se demostró con los avances alcanzados en los últimos dos años, Cuba y Estados Unidos pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando las profundas diferencias entre los gobiernos y promoviendo todo aquello que beneficie a ambos países y pueblos.
Continuaremos nuestros esfuerzos junto a las personas de buena voluntad en Estados Unidos, que son la amplia mayoría. Pero advierto: Cuba no realizará concesiones inherentes a su soberanía e independencia, no negociará sus principios ni aceptará condicionamientos, como no lo ha hecho nunca, jamás, a lo largo de la historia de la Revolución. Como establece la Constitución de la República de Cuba, jamás negociaremos bajo presión o amenaza.
Actuaremos invocando la Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la región, en enero de 2014, en La Habana, que reconoce el derecho inalienable de los Estados a decidir su sistema político, económico, social y cultural; rechaza la intervención y la injerencia extranjera en los asuntos internos, y se opone y condena la amenaza y el uso de la fuerza.
No será una Directiva Presidencial de Estados Unidos la que pueda torcer el rumbo soberano de Cuba, como no pudieron hacerlo más de 50 años de agresiones, terrorismo de Estado, bloqueo, guerra mediática y subversión. Hemos pasado por todo, nuestro pueblo ha pasado ya por todo y ha corrido todos los riesgos, ¿con qué podrían amenazarnos hoy que no lo hayan hecho ya antes y fracasado?
En Cuba, por cierto, nadie estaba en vilo esperando el anuncio imperial. Nuestro pueblo trabajaba con normalidad, la política exterior funcionaba, mostramos respeto a Europa en esta visita. De hecho, el pueblo cubano, estrechamente unido a su Partido Comunista, debatía y enmendaba por estos días los proyectos de Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista y el Plan de Desarrollo hasta el 2030, y se convocaron las muy próximas elecciones generales del Poder Popular.
Los cambios que sean necesarios en Cuba los decidirá soberanamente el pueblo cubano: únicamente el pueblo cubano, como siempre lo ha hecho. No pediremos a nadie opinión ni permiso.
Muchas gracias.



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